Aun que no se piense por los mares del sur, México en la actualidad es el bastión democratica emergente de Latino América. Con el tsunami conservador y que arrastró medio continente al caos, crisis y por consecuencia a una recesión histórica nuevamente, lo que se puede vislumbrar hoy es un escenário adonde la balanza pendular de fuerzas se invertió drásticamente.
Mientras México resurge de las cenizas obscuras de años de subverniencia a EEUU a través del ascenso de Andrés Manoel López Obrador y su partido MORENA a la presidencia, parte de Latinoamérica se unde en gobiernos antidemocráticos de viés muy ideológico, a pesar de autoproclamarse anti-sistema.
Obrador ganó en julio las elecciones en México con más de treinta puntos de distancia sobre el segundo candidato. Con un discurso basado fundamentalmente en la lucha contra la corrupción, AMLO consiguió capitalizar el descontento de la mayoría de la población mexicana frente a los actores tradicionales que llevaban décadas protagonizando la política del país centroamericano. Hecho que por ende se dió en países como Brasil y Argentina por movimientos a la derecha.
¿Y qué México puede nos enseñar? Posiblemente que el pulcro promedio latino no es ni de izquierda, ni tampoco de derecha, pero sí o sí egoista y conservador. México por su vez estuvo desde su independencia gobernado por la derecha y ahora buscó un cambio. Argentina, Chile, Brasil, Perú, Venezuela estuvieron gobernadas por la pseudo-izquierda y por estos lados se buscó un cambio.
La bola de la vez son Uruguay, este gobernado por una coalisión de centro-izquierda, esta muy compleja y eclética que en su composición abarca partidos y movimentos desde la izquierda más radical en el parámetro de la República Oriental del Uruguay a partidos de centro moderado. El pequeño país del sur fué por meses el último epicentro democrático de latino américa y corre sérios riesgos de traer a su seno un mandatario conservador debido al desgaste natural de trés mandatos en secuencia del Frente Amplio.
"Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos", como dijo cierta vez Porfirio, México regresa sus ojos hacia el sur. El cambio que se ve ya en poco tiempo del gobierno de Andrés López Obrador es un hilo de aceite en la olla de la esperanza en el continente.
Una padoja creada por el nuevo ecenário en la región con la llegada del Estado Evangélico a Brasil, el regreso de Piñeda a Chile, el desastroso gobierno de Maricio Macri en Argentina y la posibilidad de que Uruguay regrese al kukusclán de suramérica y regrida todos los logros que tornaron Uruguay un referente progresista para el mundo en la última década.
Al otro lado del río la gigante Argentina que como su vecino al margen en 2019 tendrá unas elecciones para más que agresiva y acirrada se ve arrinconada por la falta de opciones para su futuro próximo. Tadavía hoy se discute en las calles si lo mejor para el país es regresar al kirchnerismo o mantenerse en ese rítmo catastrófico en franco descenso con el actual mandatario. Dualidad semejante vivida en Uruguay pero cuanto a mantener el Frente Amplio o irse rumbo a la ola conservadora y "prometedora" que se inrrunpió y trajo la figura nefasta de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil.
Para uno que como yo nunca jugó Batalla Naval o Banco Inmobiliário, pero entiende algo de su lógica, puedo sentir que en el tablero llamado Latino América, la necesidad de un reequilíbrio de fuerzas es inminente. El año de 2019 puede marcar desde una perdida y retroceso de la independencia y calidad de vida de su pueblo, sumada a perdidas en las libertades individuales, o un tímido, pero importante reequilíbrio de fuerzas en el continente.
Si a su vez Mujica afirmó no estar dispuesto a regresar al poder del lado argentino doña Cristina está en campáña abierta. Si por otro prisma Brasil ascendió al hijo de Hitler a la presidencia, México puso por primera vez un democrata en el puesto de mandatario máximo. Oremos y quedemonos atentos al movimiento pendular que se bosteja por Latinoamérica.